Desde que nació mi segunda hija,
hace ya dos semanas, estoy deseando contar a quien lo quiera oír la historia de
nuestro parto. Y es que fue el parto que
quería: respetado, disfrutado, mamífero, intenso, maravilloso, oxitocínico…
Y por eso no puedo evitar contar nuestra experiencia a los cuatro vientos.
Me habían intentado “bien
aconsejar” que era mejor no tener expectativas, por si algo no salía “bien” o
como yo quería, para así no llevarme un disgusto. Como si las cosas no tuvieran
por qué ir bien. No me canso de repetir que
si se permite que el parto lleve su curso este sucede de manera fisiológica.
Claro que puede surgir alguna complicación, como todo en esta vida. Se trata de
saber qué complicaciones pueden darse y sólo en esos casos intervenir.
Este parto ha sido totalmente
diferente a mi primer parto, como lo está siendo nuestra lactancia y mi
puerperio. Saber lo que es un parto fisiológico, lo que se necesita para que
todo fluya, confiar en mí y en mi bebé, y
tener muy claro cómo quería que fuese nuestro parto, han sido las claves para
que la llegada de mi pequeña viniera cargada de un torrente hormonal bestial.
Nuestro parto…
Un mes antes de dar a luz venía
teniendo contracciones de Braxton Hicks
bastante frecuentes. De hecho de vez en cuanto tenía alguna contracción
dolorosa. Era consciente de que mi
cuerpo se iba preparando. Una semana antes también venía notando cómo el
cuello del útero iba abriéndose poco a poco.
Reconozco que no esperaba que
fuese un parto tan rápido. Pensé que comenzaría con contracciones irregulares y
que poco a poco se irían volviendo más regulares y frecuentes. Pero mi cuerpo llevaba ya semanas preparándose
para ese día. Así todo pareció acelerarse.
En la semana 39+5, a las cuatro de la mañana
me despertó una contracción dolorosa. Me había dormido sobre las 2 (mis
extraños horarios durante el embarazo para conseguir lograr el sueño), así que
estaba cansada y no le di demasiada importancia. Quería seguir durmiendo. Pero aproximadamente
a los 13 minutos tuve otra, y así otra y
otra, cada vez con menor intervalo entre contracción y contracción.
Cuando llevaba una hora con contracciones, que ya eran cada 7
minutos, decidí que era hora de
despertar a mi pareja y llamar a los abuelos para que viniesen a recoger a
Minerva. Así mientras, fuimos preparando la maleta para mi niña y terminando
de preparar las cosas para el hospital.
Cuando venía una contracción
dejaba lo que estaba haciendo, me iba a la habitación a oscuras y allí de pie y
apoyada en la cama atravesaba la contracción. En mi primer parto no tuve descanso entre
contracciones, porque intentaba evitar el dolor y la contracción. Por eso esta
vez sentía cierta fascinación en cómo la
contracción venía, subía la intensidad del dolor y luego bajaba y volvía la
calma. Me gustaba centrarme en esa calma de endorfinas.
Minerva se despertó contenta de
que viniesen a buscarla los abuelos, todavía de noche. Estaba tranquila, nosotros también lo estábamos. Se despidió y se
fue serena, sabiendo que en poquito tiempo nos volveríamos a ver y podría
conocer por fin a su hermana.
A las 6 decidimos que era hora de
ir al hospital. La verdad es que me
parecía que todo iba tan rápido que no podía ser posible. No me estaba
dando tiempo a hacerme a la idea, a pesar de los nueves meses de espera. Además
estaba cansada y sólo me apetecía dormir.
En el coche las contracciones
fueron flojitas. Pero al bajar, con el cambio de postura, las contracciones se
intensificaron, ya eran cada 3-5 minutos. Yo me tomaba mi tiempo para moverme andando.
Dejé que la matrona me explorase
en el potro porque acaba de pasar una contracción, pero justo me vino otra. En
esa postura solo atinaba a pensar que estaba en un potro de torturas, como su
imagen siempre me había sugerido. La matrona espero a que pasase la
contracción. Nos dijo que estaba de 6 cm. por decir algo, ya que en
cuanto apoyase la cabecita nuestra pequeña estaría con nosotros. Esas
fueron sus palabras.
Una vez entregado el plan de parto a la matrona, esta no nos puso
ninguna pega. Algunas de las cosas que especificamos fueron que no quería
que me pusiesen vía por protocolo, que el monitor fuese intermitente para
poderme mover con libertad y que como queríamos que el parto fluyese por si
solo quería que el alumbramiento fuese espontáneo (sólo quería que fuesen nuestras propias hormonas las que nos inundasen).
La subida (una planta, en
ascensor) a la sala de dilatación-paritorio se me hizo eterna, ya que me iba
parando cada dos por tres según venía la contracción. Ya para entonces iba en mi mundo,
concentrada. Apenas me enteraba de lo que pasaba a mi alrededor.
La matrona me recordó y ofreció la posibilidad de terminar la dilatación
en la bañera, que el hospital disponía para tal uso. Lo pensé unos
instantes. En otras circunstancias me hubiese parecido una gran idea. Pero en
esos momentos no me apetecía el simple esfuerzo de meterme dentro y tener que
volver a salirme si no estaba cómoda.
Una vez en la sala me coloqué a
los pies de la cama, para apoyarme cuando me venían las contracciones. Mientras, la matrona aprovechó para monitorizar unos minutos a nuestra pequeña. Estaba
muy cansada, así que me subí de rodillas a la cama, pero así no estaba cómoda. Estaba tan cansada que me tumbé de lado.
Quería dormir, pero las contracciones
eran muy seguidas.
Tenía mucha sed. La matrona me preguntó si prefería agua o un aquarius. Preferí el refresco y a sorbitos de vez en cuando me lo fui bebiendo. Durante la dilatación la matrona nos dejó a ratos solos. Recuerdo que en algún momento me dijo que lo estaba haciendo muy bien.
Tenía mucha sed. La matrona me preguntó si prefería agua o un aquarius. Preferí el refresco y a sorbitos de vez en cuando me lo fui bebiendo. Durante la dilatación la matrona nos dejó a ratos solos. Recuerdo que en algún momento me dijo que lo estaba haciendo muy bien.
En esas estábamos cuando vino una
gine a decirme que respetaban mi decisión de no ponerme vía pero que ella tenía
que informarme que consideraba que era mejor ponérmela. Todo esto en una contracción.
Al principio pensé: “uy, una gine, fuera”. Luego ya sólo pensaba: “¿pero
alguien la está haciendo caso?”. E igual que vino se fue. Este recuerdo de la
mujer hablando “sola” me ha hecho reírme mucho después.
Las contracciones eran cada vez
más seguidas e intensas. Y comenzaba a
tener unas potentes e irracionales ganas de empujar. Una sensación nueva
para mi, nuestro anterior parto fue vaginal pero "anestesiado". Además notaba
cómo se abría el canal de parto y sentía como si algo fuese a estallar. Y así
fue, la bolsa se rompió y el líquido
amniótico salió disparado en todas direcciones.
La matrona, muy bajito, me dijo
que tenía que decirme algo. Yo ya sabía lo que era. El líquido estaba teñido de meconio. Le pregunté si la aspirarían y
me dijo que si. No me hizo gracia, pero la verdad es que se me olvidó rápido. Las
contracciones eran cada vez más intensas. Me hubiese gustado cambiar de
postura, pero ya no podía moverme.
La sensación de pujo era cada vez
mayor. Yo gritaba en cada contracción al mismo ritmo, iba ascendiendo y luego
bajaba. Y en una de ellas salió su
cabecita. La toqué, blandita y mojada… Me emocioné. Fue un subidón y un chute en todos los sentidos. La siguiente
contracción no se hizo esperar, más intensa aún. Yo resoplaba jadeante.
Entonces la matrona me animó a soplar,
tranquila, y mi niña salió al mundo,
maravillosa.
La fui a coger, pero primero
tuvieron que quitarle un par de vueltas de cordón, una alrededor del cuerpo y
otra de cuello. Entonces ya si estaba
conmigo, sobre mi pecho, húmeda,
calentita, blandita, perfecta y con un olor que no olvidaré nunca. Y ahí, encima de mí, volvió a hacer caca y pis, a gustito con mamá.
Luego me di cuenta de que al final
no había hecho falta aspirarla.
Habían entrado algunos pediatras en la sala, cosa de la que ni me enteré. No
vieron necesidad de aspirarla, ya que había comenzado a respirar por si misma.
Una vez que el cordón dejó de latir el papá lo cortó. Al ratito
sentí de nuevo una pequeña contracción y ganas de empujar. Salió entera la
placenta, que la matrona nos mostró y explicó brevemente.
El cansancio había desaparecido.
Tenía a mi pequeña en mis brazos cuatro horas después de haber empezado a
sentir las primeras contracciones esa madrugada. Todo estaba bien, todo había
salido como queríamos y a pesar del dolor de las contracciones había disfrutado intensamente de nuestro
parto. Así estábamos, hinchadas de
oxitocina. Y así estaba (estoy), enamorada hasta las trancas de mi pequeña
duendecilla, embobada con sus ruiditos, sus caritas, su olor, su piel y toda ella.
Mi pequeña se enganchó al pecho al poquito de nacer y así estuvo hora y media sin
parar de una y otra teta. Y ese tiempo después sin ayuda me levanté como si
tal cosa a lavarme un poco el meconio que se nos había quedado pegado a las
dos. Cuando vinieron los celadores a subirnos a planta se sorprendieron de
verme tan estupenda recién parida. Y es que así es como me sentía, enérgica y
feliz.
Antes de subir a planta la
matrona, ya vestida de calle, vino a despedirse de nosotros. La verdad es que me gustó mucho cómo nos respeto y acompañó
en todo momento. Toda una profesional.
Otras cuatro horas después, ya en
planta, pudimos estar los cuatro juntos.
Queríamos que Minerva fuese la primera en conocer a su hermanita y así fue. Estaba
deseando cogerla, darle besitos y tocarla. Y a mi se me caía (cae) la baba con las
dos así.
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invito a seguirme en facebook.
Si tienes alguna duda puedes escribirme a info@soniandoduendes.com.
Enhorabuena cariño! Me alegro de esta preciosa bienvenida y de todo ese placer y oxitocina que se lee... <3 <3 <3
ResponderEliminarGracias por compartirlo!
Sigue disfrutando de la pequeñita, por cierto, ¿cómo se llama? :) Y Minerva está mayor... :)
FELICIDADES POR ESTA BONITA FAMILIA
Gracias Carol!
EliminarImagino que te pasaría igual, pero de pronto Minerva ha parecido crecer, literalmente. Se me hace tan raro.
Se llama Náyade y lo estamos disfrutando al máximo.
Un fuerte abrazo
Me he emocionado muchísimo. Muchas felicidades por ese parto respetado!
ResponderEliminarBienvenida pequeñina!
Muchas gracias!!!
EliminarOhhh Carol qué bonito, muchísimas gracias por compartir tu historia! 😍 A ver si me pongo en serio con el plan de parto, que ya va quedando poquito.. Enhorabuena familia!
ResponderEliminarGracias Miriam!
EliminarEspero que disfrutéis tanto como nosotras de vuestro parto.
Además del plan de parto es importante que tanto tu como tu acompañante tengáis la cosas muy claras.
Un abrazo
Me ha emcantado vuestro parto, de verdad Carol.Te admiro mucho.Espero conocer en persona atu peque..y a Minerva,tb,claro.Enhorabuena
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Seguro que antes o después coincidimos.
EliminarMuchísimas felicidades, Carolina!! Ahora a disfrutar!!
ResponderEliminarGracias Teresa. En ello estamos.
EliminarMe ha encantado leer tu parto Carol. Qué importante es tener claro lo que queremos al parir (y lo que no queremos) y que no nos pongan impedimentos en los hospitales. Me estoy acordando de esa pobre ginecóloga que entró para hablar contigo, pero tu ya estabas en "otra dimensión" donde no existen las palabras, sólo los instintos...jajaja. Mi enhorabuena!
ResponderEliminarEva
(yo desde que dí a luz a mis 3 hijas de forma natural, me siento una mujer fuerte, ya no dejo que me metan miedo tan fácilmente)
Muchas gracias!!!
EliminarTu lo has dicho, la información y el sabernos que tenemos derechos nos hace libres.
Madre mía... Me has emocionado muchísimo... Estoy en el trabajo y he tenido que hacer verdaderos esfuerzos para no ponerme a llorar. Precioso y emocionante. Me ha encantado que compartas con nosotros tu parto y tu experiencia. Enriquecedora, pero sobretodo muy bonita.
ResponderEliminarMinerva está gigante!. Tu bebita simplemente preciosa.
Un súper abrazo familia.
Muchas gracias. Lo disfrutamos mucho y lo viví plenamente. No sólo me apetecía contarlo por eso sino para que se vea que es posible si lo permitimos.
EliminarUn fuerte abrazo