Como muchos ya
sabéis no hemos escolarizado a nuestra hija con tres añitos por varios motivos. Ella
no estaba preparada, no quería ir, no es
necesario escolarizar a niños tan pequeñitos y tampoco estamos de acuerdo
en cómo se hace en muchos coles. Podéis leer el artículo que escribí el año
pasado: Los
niños no tienen por qué ir al cole con 3 añitos.
Son muchos los que dan por hecho que lo que hacemos entonces era educarla en casa, como si
al resto de niños por ir al cole sus padres dejasen toda la responsabilidad de
educarles en manos de terceros. También hay quien, con toda la buena voluntad,
se ofrecía a dejarme el material y el programa que seguían sus hijos en el cole
para que Minerva pudiese ir al mismo ritmo y supiésemos por donde iban, como si
fuese fundamental en niños de tres años seguir un currículum.
¿Qué hacemos en
casa? Pues lo que habíamos hecho hasta ahora, jugar, jugar y jugar, y estar atentos a sus intereses y su ritmo para
ir ofreciéndole nuevas actividades. Y por si hay alguien que piensa que
estamos encerradas todo el día en casa o no nos relacionamos con otros adultos
y niños, nada más lejos de la realidad.
El hecho de que con tres añitos se pueda
escolarizar a un niño no quiere decir que esté preparado para ello, y cuando digo tres añitos digo cuatro.
Un niño tan pequeño lo que necesita es un adulto de referencia, por eso como
dice Yolanda González, el resto de los
niños son rivales con los que compite por la atención del adulto. Si un niño no juega con niños de su edad no
está preparado para la escolarización, ya que se le estaría obligando a
permanecer en un entorno no adecuado aún al ritmo de su desarrollo, se le
estaría obligando a “socializar”. La
forma natural de socializar es hacerlo a nuestro ritmo y con personas de
diferentes edades.
Cuando antes he
dicho que si un niño no juega con niños de su edad es que no está preparado
para la escolarización lo digo por la forma en que está concebido el sistema
educativo según edades. Es normal que
los niños más pequeños se interesen por los niños más mayores, y no tanto
por los de su edad (sin generalizar, y por supuesto dependiendo de su ritmo). Si
las clases estuviesen planteadas de otra forma, con variedad de edades, sería
diferente, porque los pequeños tendrían como referentes a los mayores, y estos
estarían encantados de ser los modelos de los pequeños. Para un niño que no
está interesado en otros niños de su edad o aún no sabe cómo jugar con ellos,
hay más enfrentamiento que juego (no se trata de que sea relativamente normal
que haya disputas entre los niños, sino que en este caso al no saber cómo
acercarse al otro lo hace frecuentemente desde la agresión) y por tanto no
considero que la clase sea aún el entorno adecuado. Obligar no es la solución, además de irrespetuoso es contraproducente.
Sin embargo, muchos niños a los que no se les ha
obligado, con cuatro o cuatro años y medio, comienzan a buscar iguales de su
edad para jugar, lo piden y pueden disfrutar de entornos clasificados por
edades. ¿Por qué esa prisa por adelantarnos entonces a sus ritmos sólo
porque el calendario escolar lo marca? Que nosotros necesitemos, por el motivo
que sea (totalmente loable), escolarizarles, no quiere decir que ellos lo
necesiten.
Para saber si
nuestra decisión de escolarizar a nuestro hijo es correcta debemos observar
que, una vez en clase, no haya llanto, que el pequeño no esté retraído y que
haya exploración del entorno por su parte. En el caso de que suceda lo contrario de lo que he comentado, esto sería un indicador
de que el niño no está preparado y lo está pasando mal.
Por otro lado,
si realmente existiese un período de adaptación real, que incluyera a los
padres, para que así los niños pudiesen conocer ese nuevo entorno y a todos
esos desconocidos desde la seguridad, todo sería igualmente muy diferente.
¿Vamos a
escolarizar a nuestra hija el próximo curso? Pues no lo tenemos claro. Es
verdad que a sus tres años y medio si empezamos a verla más preparada, y también
empezamos a ver que juega con niños de su edad sin demandar nuestra atención.
Puesto que todavía queda medio año, quien sabe. Decidamos lo que decidamos lo
haremos en familia, y eso incluye su opinión, entre otras cosas porque si no disfrutan en el cole ese aprendizaje
que tanto nos preocupa no sucede.
Si te interesa
el tema de la escolarización te recomiendo escuchar la entrevista de Yolanda
González: Escolarizar o socializar.
Yo he llevado a mis mellizos por primera vez al colegio con tres años y lo único negativo que puedo decir (que no es poco) es que han enfermado muchísimo este otoño-invierno. Por lo demás ha sido estupendo, incluso le ha servido al niño para no ser tan introvertido como era. Los días de la adaptación los pasó llorando y diciendo que no quería ir al colegio pero no porque no estuviera preparado sino porque hasta entonces siempre había estado con nosotros o con los abuelos. El que lo dejáramos allí un par de horas con una profesora y un montón de niños que no conocía no le gustó pero esto sólo duró 3 días. Después fué justo al contrario, lloraba cuando estaba enfermo y no lo llevábamos al colegio. El que un niño llore los primeros días de colegio no tiene por qué significar que no esté preparado, en muchas ocasiones es una reacción a un cambio. Tampoco a nosotros nos hace gracia el volver al trabajo tras las vacaciones y a más de uno hasta nos apetecería echarnos a llorar. Distinto sería si no se tratara de algo pasajero y lo hiciera durante todo el curso.
ResponderEliminarPara mi el que un niño llore sean tres días sea una semana o más, es signo de que lo está pasando mal. Me alegro de que luego le haya terminado gustado, no siempre es así.
EliminarLo que quiero decir es que si hubiese adaptaciones de verdad, con los padres presentes, la adaptación sería más fácil (para los niños que estuviesen preparados) y sin ningún sufrimiento por su parte. Nosotros como adultos tenemos más herramientas para desenvolvernos y buscar ayuda o cualquier cosa que necesitemos, pero si ya nos cuenta cuando comenzamos en un nuestro trabajo con un montón de desconocidos, para un niño pequeño es un mundo.