Me hubiese gustado haber tenido un poco más de tiempo para documentar este post, todo esto me ha pillado inmersa en nuestras vacaciones, pero aunque no estuviese tan informada como estoy podría escribir este post prácticamente desde el corazón.
Me alegra ver cómo a través de las redes sociales tantos padres y madres nos hemos movilizado para luchar por lo que consideramos que es necesario, un sueño respetado y feliz para todos los niños. Y así es como ha nacido hoy el Día Mundial del Sueño Feliz, una iniciativa con la que queremos conseguir que nuestras voces sean escuchadas por los que todavía siguen diciendo y pensando que hay que enseñar a dormir a los niños y que además para ello hay que dejarles llorar.
Me leí el conocido libro de Estivill estando embarazada, sabiendo ya lo que tenía entre las manos, por simple curiosidad, ya que había oído hablar de él y quería saber por experiencia propia lo que realmente se decía en el libro. Animo a los padres a ir más allá, que no se queden con el primer charlatán cuyo único interés sea enriquecerse a costa del sufrimiento de los más indefensos. No me cansaré de repetir que la información está ahí, rigurosos estudios científicos, profesionales concienciados con la infancia… Fáciles de encontrar tenéis los libros de Rosa Jové “Dormir sin lágrimas” o de Carlos González “Bésame mucho”, pero hay muchos más, todos debidamente documentados.
Si
queréis podéis leer la entrada que en su día escribí sobre La historia de nuestro colecho.
La única manera que tiene un bebé de comunicarse es el llanto. Si ese llanto se ignora estamos ignorando su llamada, su intento de comunicación con los adultos en los que confía, a los que necesita para sobrevivir, ya que depende totalmente de ellos. Dependencia, por otro lado, que todo mamífero humano muestra sana y necesariamente para su supervivencia hasta que está capacitado para valerse por sí mismo.
No voy a entrar a explicar qué le sucede a un niño cuando se le deja llorar porque sí (quien todavía no lo sepa que se informe bien). Cualquiera que me venga y me diga que es por el bien del niño, que tiene que aprender a dormir, me está dejando claro que no tiene mucha idea sobre el sueño infantil (el sueño es un proceso evolutivo), pero además me está transmitiendo una total desconfianza por querer deliberadamente que mi hija sufra. No entiendo por qué se intenta desvirtuar de esa forma, restándole importancia, al dolor y al llanto infantil, cuando resulta, como he dicho antes, que es la única manera que tienen de hacernos ver que algo les sucede. Dejar a un niño llorar, encima solo y a oscuras, creo que es una total falta de conexión con los sentimientos de ese bebé o niño, que se siente sólo, abandonado y aterrado, porque todavía no entiende que no le sucederá nada malo por estar solo ya papá y mamá están en la habitación de al lado, y que además todavía no sabe gestionar ni su miedo ni su ansiedad. Y no lo entiende porque estamos programados para estar cerca de nuestros cuidadores, un primitivo instinto de supervivencia que nos sigue acompañado, y una necesidad de afecto que nos hace humanos.
Los bebes y niños pequeños ya saben dormir, no necesitan que les enseñemos, ellos ya siguen sus propios patrones de sueño. Lo que precisamente se pretende con los métodos conductistas (por si hay alguien que todavía no lo sepa, ese método no lo ha inventado Estivill), es que sigan los ritmos de los adultos, es decir, que no se despierten por la noche (eso estos métodos no lo evitan, lo único que podrían conseguir es que una vez que el niño se despierta no llame a papá y mamá aunque los necesite desesperadamente, porque le ha quedado muy claro, es lo único que enseña este método, que nadie vendrá en su ayuda), que duerman las horas que considera el adulto que está a su cargo, en definitiva, que no molesten. Porque la falta de sueño molesta bastante, ¿o no? Así es como estos libros que “pretenden” ayudar a padres, a descansar, y a niños, a no padecer insomnio en un futuro, se convierten en la gallina de los huevos de oro. Una falsa ayuda a todos esos padres desesperados, superados, inseguros y ávidos de apoyo y respuestas. No permitáis que nadie os diga lo que tenéis que hacer con vuestros hijos, y menos cuando esa supuesta enseñanza se basa en el desamparo de los más pequeños, informaros bien, buscad, comparad y tomad vuestra propia decisión con toda la información en vuestra mano.
¿Son felices nuestros sueños?
A excepción de las malas noches, esas en las que mi hija no se encuentra bien, porque le duele la boquita, porque tiene fiebre, porque se despierta asustada, y algún otro motivo que a veces se nos escapa, sé que el sueño de mi hija es feliz, y por consiguiente el nuestro también lo es.
Siempre tuvimos y tenemos claro que un niño necesita ser atendido en sus demandas, tanto de día como de noche, somos sus padres tanto cuando el sol brilla en lo alto como cuando es la luna la que brilla en el cielo. Si mi hija llora por la noche la atiendo, primero porque me sale de las entrañas consolarla, y segundo porque quiero asegurarme de que se encuentre bien, es decir, darle teta si tiene hambre, darle mimitos si es sólo lo que necesita, darle agua si tiene sed… confío en mi hija y en sus necesidades, observar que no le pase nada, es decir, que no tenga fiebre ni le duela nada. Jamás se nos pasó ni se nos pasa por la cabeza dejar llorar a nuestra hija, sabemos que los niños se despiertan por la noche y es totalmente normal en su desarrollo. De hecho, es increíble ver cómo nuestra hija ha ido madurando y evolucionando en estos 21 meses, desde que era un bebé recién nacido hasta hoy, en todos los aspectos incluido el sueño, y lo que queda todavía por evolucionar. Su sueño no tiene por qué ser igual al del hijo del vecino, su sueño es el que debe ser, y desde luego un niño no es ni bueno ni malo por dormir lo que debe y como debe, por mucho que no sea lo que a nosotros nos gustaría, es decir, que se adecue a nuestros horarios y que no moleste.
Este
es mi granito de arena para este Día
Mundial del Sueño Feliz. Estoy segura de que entre todos vamos a lograr
construir un hermoso castillo de arena que se vea bien alto.
Preciosa entrada. Ojalá el castillo se vea realmente. Disfruta de las vacaciones, te he dejado un reto en mi blog
ResponderEliminarhttp://tresamoresyunmillondeaficiones.blogspot.com.es/2012/06/la-frase-de-tu-vida.html
Besos.
Gracias por partida doble!
EliminarBesitos
Me ha pasado lo mismo que a ti con el tiempo pero yo también quería dejar mi aportación por muy pequeña que sea.
ResponderEliminarFelices sueños!
Al final hemos sacado un poco de tiempo, que la finalidad merecía la pena.
EliminarUn besazo
Tarde o temprano teniamos que unirnos... ;)... y lo vamos logrando...
ResponderEliminarY ya no hay quien nos pare :)
EliminarUn abrazo
Me ha encantado el post.
ResponderEliminarAl menos te has leído el libro de Estivill, pero como bien dices él no lo ha inventado. Recuerdo cómo más de una señora que podía ser mi abuela por edad, me ha relatado cómo se desprendían de sus hijos a la hora de dormmir y los dejaban solos en su habitación mientras ellas se iban al otro extremo de la casa, o a la casa del vecino, para no tener que sufrir los llantos desesperados de sus bebés... es espeluznante! y no digo que no quisisesen a sus hijos, pero eran tiempos duros y se solían tener más de 3 o 4 así que se priorizaban otras cosas. Estoy firmemente convencida de que deja secuelas en los niños. No hay nada perfecto pero atendiendo el llanto de los bebés nos aseguramos que se sientan queridos, seguros y respetados y eso es primordial.
Un beso!
Uf, se me pone la piel de gallina cuando oigo este tipo de historias. Además antes todo lo que se les decía a los padres se creía a pies juntillas porque todo el mundo sabía más que ellos, yo se que a mi alguna vez me han dejado llorar, pero me da miedo preguntar más sobre el tema.
EliminarUn besazo