Este fin de semana hemos estado en el pueblo. No es un pueblo demasiado grande, pero tampoco hablamos de una pequeña aldea, pues aunque habrá alrededor de unos 1400 habitantes censados, en verano y los fines de semana que empieza a hacer bueno se llena de gente.
Hasta los dieciséis años estuve pasando allí todos los veranos. Ahora vamos de vez en cuando, a ver a los amigos o a pasar el día con la familia al solecito. El caso es que en mi pueblo me conoce más gente de la que yo conozco, pues cuando andas por allí ya comentan e informan a quien no lo sepa que esa que pasa es fulanita, la hija de menganita y la nieta de pepito.
Todo esto viene porque estando con la nena, papá y unos amigos este sábado sentados en un banco, en una plazoleta donde pasa todo cristo, ya sea en coche o andando o simplemente sentados en bancos o terracitas, pues resulta que a la nena parecía que le estaba entrando hambre. Y entonces me di cuenta de que a mí lo que me estaban entrando eran unas ganas locas de irnos a otro sitio, a una casa a ser posible. Papá me miraba asombrado, preguntándome cómo era posible que en un centro comercial me sacase la teta sin ningún problema y allí la vergüenza pudiese conmigo. No me sentía cómoda. Y claro, Minerva tenía que comer, no la iba a dejar a la pobre aguantarse el hambre porque a mamá le había entrado un ataque de pudor. Ya estaba yo pensando en acercarnos a la casa de mis abuelos, que por cierto estaba al lado, cuando una amiga propuso ir a la suya (sabiendo que le quería dar el pecho a la nena, pero sin plantearse otras opciones), así que problema resuelto. Ese problema sí, pero ahora bullía otro en mi cabeza, ¿cómo era posible ese sentimiento de incomodidad?
Sé que me hubiese sentido observada, no como en cualquier otro sitio, donde algunos mirarían y otros no. Allí “todo el mundo” hubiese mirado y comentado. Me hubiesen fichado, como la que se atreve a sacarse la teta delante de toda la plaza para que todo el mundo la vea. A lo mejor me equivoco, pero sabiendo lo cotillas que son muchos (iba a decir la mayoría, con conocimiento de causa, pero nunca me ha gustado generalizar). ¿Y qué me importa a mí todo esto? Pues aunque a mí misma me sorprenda, pues soy de las que piensan que lo que opinen los demás a quienes tiene que importarles es a ell@s, en este caso sí que me importa.
No sabría explicar muy bien por qué. Sé que si hubiese sido en cualquier otro pueblo pequeño, que no fuese el mío, no me habría sentido así.
En los pueblos, en los que todo el mundo te conoce, donde hablan de ti y tienes que andar dando explicaciones (abuelit@s curios@s, familiares no tan cercanos, mamás que dan bibierón y si dan el pecho lo hacen en casa y los primeros meses, cotill@s, chismos@s, etc). Lo siento, pero no me hace ninguna gracia exponerme (en ningún sentido) en esas circunstancias. Podría ser yo la que empezase dando ejemplo (nunca he visto en mi pueblo a ninguna mujer dando el pecho), pero no me siento con fuerzas.
Dar el pecho, como siempre digo, tiene que ser motivo de placer, tanto para la madre como para el/la hij@. Si algun@ no está cómod@ por algún motivo, sea el que sea, aunque sean divagaciones absurdas de una mamá pudorosa, hay que buscar el lugar adecuado para disfrutar plácida y tranquilamente.
Es normal, a mi también me da más reparo cuando hago ciertas cosas delante de gente que conozco, con el pecho no me ha pasado pero con otras cosas si. Hay que hacer las cosas con las que uno se sienta bien, es un momentos importante y que hay que disfrutar, si no te encontrabas cómoda en ese lugar, tomaste la mejor decisión
ResponderEliminarGracias por apoyarme. La verdad es que me pilló por sorpresa y me ha dado mucho que pensar, la de vueltas que le damos a veces a las cosas.
ResponderEliminarTe comprendo, esa es la verdad. Yo daba el pecho a mi hijo en cualquier lado, me daba igual hora, lugar, fecha y espacio.... Pero en el parque de debajo de mi casa, con los vecinos y demás, me daba verguenza, lo confieso! Una cosa es que te viera la teta un desconocido y otra muy distinta el vecino del quinto.
ResponderEliminar¿Está mal?, bueno pienso que todos somos humanos. Para otra ocasión que vayáis al pueblo, un fularcito que tape discretamente el pechamen y listo calisto ;)
Belén, gracias por la sugerencia, es buena idea, porque ahora empezaremos a ir mas a menudo.
ResponderEliminarMe viene bien saber que no soy la única a la que le sucede algo así.
Lo importante es que tu te sientas cómoda y si para ello en ese momento te fuiste a casa de tu amiga, me parece perfecto. Es una cosa muy personal entre el bebe y tu, un disfrute para las dos. Un besazo
ResponderEliminarLa verdad es que no puedo hablar mucho puesto que nunca di el pecho, pero no me parece raro que sientas más reparo en hacerlo ante un conocido (que además es posible que no te "mire" del todo bien) que ante gente desconocida que ni te va ni te viene. Y como ya te han dicho creo que lo importante es estar cómoda.
ResponderEliminarBesotes.
No me había parado a pensarlo, pero sí.
ResponderEliminarDentro de unos días nos vamos al pueblo, a Parrulín apenas le dí pecho por diferentes motivos pero si tuviera un segundo sí me gustaría hacerlo.
En el pueblo me daría verguenza, y eso que es más grande que el tuyo!
Tengo una prima americana que le daba en cualquier sitio, con una mantita por encima, a mi me parecía genial, pero también que se iba a ahogar, ja, ja!
María, Mónica, sí, creo que lo que importa es estar cómoda y disfrutarlo.
ResponderEliminarMama de parrulin, lo de la mantita o fular es buena idea, buscaré lo más fresco posible para no afixiarnos ;)
Hombre kizás sea normal, si yo notara k todo el mundo te observa, me pasaría igual.
ResponderEliminarPasa de to, tu a lo tuyo y listo, a los demás k les den.
Se hace komplicado esto de bloguear, son temporadas, pero saber llevarlas en lo mejor, kunado te apetezca ya sabes por el facee andaremos ok ???
Por cierto estamos de sorteo, ánimate wapa :D
Uf, cómo te entiendo, mis padres viven ahora en un pueblo y es un agobio total, no puedo con la sensación (real) de que están hablando de mi según paso...
ResponderEliminarEntiendo perfectamente este sentimiento. A mi no me gusta dar el pecho en público pero he descubierto un truquillo. Los foulards, de invierno o verano. Ya lo comenté en una entrada de mi blog. Hacen una cabañita para el bebé y, oye, tu estas de lo más guapa.
ResponderEliminarAlbertina, no es nada agradable que hablen de ti y a veces con tan poco disimulo.
ResponderEliminarSandra, tendré que probar lo de los foulards.